sábado, 19 de marzo de 2011

RECUERDOS


Imprevisibles, cruzan por nuestra mente, iluminándonos un instante. Destellan y, fugaces, vuelven a su lugar en la memoria. Los despierta un olor, una canción, un lugar, el sabor del mar en los labios. Inevitables, sucumben con su fuerza arrolladora. Nos traen una tarde, una cara, un sueño, arena en los ojos. Después del fogonazo, a veces, intento hacerlos volver en su amplitud; entonces, se desdibujan los hechos, las circunstancias, los pensamientos, las palabras dichas… Cierro los ojos e intento derribar la pared del tiempo que me separa de ellos.

Recuerdo que había unas vías de tren cerca de la playa, como una línea divisoria entre nosotras y el mundo, entre aquel tiempo mágico y la realidad. Quizá el ruido metálico de los trenes al pasar amenizó nuestras confesiones, quizá nos permitimos soñar demasiado. Nadamos, pero nunca hasta la boya. Supiste convertir aquella tarde en poema; lo demás, es un fresco aguándose por la lluvia.

Recuerdo nuestras conspiraciones: nuestra extraña creencia de poder conseguir que las cosas sucediesen. Aquel niño mensajero que no sabía nadar, que aplaudía nuestros deseos desde la inocencia, que jugaba con el destino de los mayores. Quizá aquella tarde jugó al fútbol o con las palas en la playa, pero ya no consigo enfocar su sonrisa. Mi memoria es una cámara de fotos estropeada.

Recuerdo el coche mal aparcado, las llaves sobre la mesa, la manta del sofá, las baldosas blancas y negras del salón. Ya se han borrado las palabras exactas de las conversaciones. Se ha desvanecido el bronceado de nuestras pieles, la brillantez de los ungüentos aceitosos, la complicidad que hubo en un guiño.

Para combatir el olvido, algunos guardan posavasos, tarjetas de restaurantes, servilletas dibujadas… pequeñas insignias del momento, piezas perdidas de un puzzle inmenso. Otros, siguen un diario, anotan inagotablemente lo acontecido en su día. Me pregunto hasta qué punto dejan cosas en el tintero, ¿y si algo insignificante, omitido en la escritura, al cabo de unos días cobra significado? Los hay que no pueden recordar, que padecen la extraña enfermedad de borrarlo todo. Pierden su identidad, dejan de reconocer a sus familiares, olvidan sus raíces, y su vida se convierte únicamente en un hoy, como si renaciesen con el alba.

La memoria no entiende nuestras razones, es un entramado de conexiones tan inesperadas como ilógicas, capaz de ofrecernos detalladamente aquello que quisiéramos olvidar, de convertir sólo en boceto aquello que creíamos que recordaríamos siempre.

Los recuerdos permanecen en un viejo baúl sin fondo en el que, de vez en cuando, debemos revolver. Somos parte de lo que fuimos.