sábado, 7 de enero de 2012

"HORIZON WAY"

Después de mi clase en el instituto, tomo el autobús para regresar a casa. Algunos conductores me sonríen mientras valido mi viaje en la tarjeta mensual. Siempre intento sentarme, aunque para ello tenga que ir hasta los últimos asientos, y tambalearme en el pasillo cuando éste arranca o, de repente, se detiene. Durante el trayecto, un sinfín de anuncios de paradas van sucediéndose. Aunque no presto atención a los nombres, pues voy hasta la estación, siempre escucho el nombre de una: "Horizon Way". Dejo de hacer lo que hago y miro las letras rojas que se iluminan en el panel como si fuesen nuevas.

Vía, camino, dirección al horizonte. No puedo evitar decirme a mí misma cuánto me gusta ese nombre. E imagino a su creador con la mirada perdida en los tonos difusos de un crepúsculo, en el contorno de una tierra entonces desconocida. El horizonte es como la palabra "mañana", nunca se llega a alcanzar. El horizonte y el mañana se redefinen con cada paso.

El autobús cruza un viejo puente oxidado; mi mirada se detiene, ahora, en el azul del mar.